34. La peluquería

Me gusta ir a la peluquería, me lavan con agua calentita y me secan con el secador que aunque hace mucho ruido, sale el aire calentito también y luego huelo muy bien. Además siempre hay otros perros y mientras esperamos jugamos un rato. Y cuando marcho a casa, como me porto muy bien me premian dándome una chuche y cuando vienen a recogerme me dicen muchas veces lo guapa que estoy.

Me llama la atención que algunos perros les cortan mucho el pelo, a veces no parecen los mismos y les dejan un rabo ridículo, como una especie de pompón en su cola. Cuando los veo, no puedo evitar reírme, menos mal que a mí solo me cortan el pelo un poquito.

Pero hoy ha pasado una cosa, después del secador, el chico ha sacado una máquina que no hace tanto ruido como el secador pero también hace y la ha pasado por todo mi cuerpo e incluso por mi rabito, yo veía cómo caían al suelo los trozos de pelo y cuando he querido protestar ya estaba sin él. He intentado decirle que el rabito no, que no me hiciera ese ridículo pompón, no me lo ha llegado a hacer, pero me ha dejado casi sin pelo en mi rabito.

¡Nooooo! Cuando me he mirado en el espejo, no era yo. Estaba igual de ridícula que los demás cuando les cortan el pelo.

Estaba tan enfadada que cuando han venido a buscarme no les he hecho ni caso, decían que estaba muy guapa, pero no es verdad. Ya no parezco una nube blanca y esponjosa, ahora cuando corra no seré la bala blanca.

Estaba tan, pero que tan enfadada, que no he movido el rabito cuando las he visto, ni me he tirado encima de ellas, se han dado cuenta de mi enfado, porque cuando nos hemos ido al paseo les decían a todos que me dijeran que estaba muy guapa, y aunque la gente me lo decía yo seguía enfadada.

Solo se me ha pasado cuando he visto a mi novio Pity, porque me ha dicho que con pelo o sin pelo, sigo siendo yo. Además el pelo crece y dentro de poco tiempo volveré a ser Nube, la bala blanca, suave y esponjosa.

Nube Lengualarga