35. El gato negro

¡No me gustan los gatos! No tienen sentido del humor, encima no les gusta jugar. Y para postre tienen unas uñas que parecen agujas. Las mías no arañan tanto.

Empecé a descubrirlos un día de paseo, al principio mamá  no dejaba que me acercara a ellos, aunque cuando podía intentaba hacerlo e iba corriendo para ver si querían jugar. Pero algunos se escondían, otros se ponían con el pelo erizado y con cara de pocos amigos, así que pasaba de ellos.

Un día en uno de los paseos que doy con Lu y sus amigas, encontré a uno que ni se escondió al verme, ni se erizó, pensé que eso era la señal de que no le importaba jugar conmigo, pero no sabéis lo equivocada que estaba, pues cuando ya me tenía muy cerca, alargó su pata y de ella salieron sus afiladas uñas, clavándolas en mi nariz. Intenté reaccionar, pero fui lenta, porque empezó a correr y no pude alcanzarlo. Era negro y me había quedado con su cara.

Pasaron los días y no había rastro del gato negro. Pero sabía que no rondaría muy lejos. Tarde o temprano volvería a encontrármelo y entonces le faltarían patas para correr.

Y así pasó, esa noche paseábamos las tres, Lu y mamá se habían cansado de lanzarme palitos e iban hablando algo despistadas, yo intentaba entretenerme oliendo las huellas que habían dejado algunos de mis amigos, cuando de repente olí algo que estaba buscando desde hacía días. El olor era inconfundible, afiné un poco más mi nariz, el olor venía de lejos, hacia la derecha, busqué y allí estaba, un poco lejos pero no lo suficiente para poder alcanzarlo, ¡el gato negro! ¡Lo había descubierto! Lo miré, me miró y no hubo nada más. Corrí hacia él, esta vez no se me escaparía.

A lo lejos, escuchaba la voz de Lu y mamá gritándome pero mi objetivo era pillar al gato y darle su merecido.

Cuando estaba a punto de alcanzarlo, algo golpeó en mis patas traseras y me hizo perder el equilibrio, grité me había dolido, pero rápidamente vi que el gato se había dado cuenta de mi presencia y se escapaba. Había dejado de oír los gritos, ya no veía al gato, las patas me dolían, no sabía dónde estaba, quería correr pero no sabía hacia donde, cuando de repente un chico me sujetó. Enseguida oí una voz dulce y aterrada, era la de Lu, que viéndome como corría detrás del gato, había corrido detrás de mí. Sus lágrimas caían mojándome, ¿por qué lloraba? ¿Ella también lamentaba que se me hubiera escapado el gato? No tardó en aparecer mamá, llorando también, no entendía nada, ¿qué les pasaba? Las dos empezaron a mirar mi cuerpo, mamá me tocaba, primero la cabeza, luego la barriga, las patas delanteras y las traseras ¡Ay!, solté, ahí no que me duele un poco. Las dos me abrazaban, mientras no paraban de llorar.

Le dieron las gracias al chico y este marchó. Luego para mi sorpresa, mamá empezó a echarle la bronca a Lu, por lo visto había salido corriendo detrás de mí, sin mirar si venían coches ¡La bronca fue descomunal! Pero lo peor estaba por venir, ¡la mía! Me echaron bronca las dos, eso sí sentadas en un banco, pues a mamá le temblaban tanto las piernas que no podía dar ni un paso. No entendía mucho que había pasado, bueno, sí, que se me había escapado el gato. Por lo demás, era bronca, abrazo, abrazo, vuelta a la bronca y así estuvimos hasta que las dos se calmaron y volvimos a casa.

Desde entonces, ya no me dejan ir sola por esa zona, saben que hay muchos gatos y temen que me vuelva a escapar y otro coche me atropelle.

Aunque no me olvido del gato, me he quedado con su cara y tarde o temprano, lo cogeré.

Nube Lengualarga

34. La peluquería

Me gusta ir a la peluquería, me lavan con agua calentita y me secan con el secador que aunque hace mucho ruido, sale el aire calentito también y luego huelo muy bien. Además siempre hay otros perros y mientras esperamos jugamos un rato. Y cuando marcho a casa, como me porto muy bien me premian dándome una chuche y cuando vienen a recogerme me dicen muchas veces lo guapa que estoy.

Me llama la atención que algunos perros les cortan mucho el pelo, a veces no parecen los mismos y les dejan un rabo ridículo, como una especie de pompón en su cola. Cuando los veo, no puedo evitar reírme, menos mal que a mí solo me cortan el pelo un poquito.

Pero hoy ha pasado una cosa, después del secador, el chico ha sacado una máquina que no hace tanto ruido como el secador pero también hace y la ha pasado por todo mi cuerpo e incluso por mi rabito, yo veía cómo caían al suelo los trozos de pelo y cuando he querido protestar ya estaba sin él. He intentado decirle que el rabito no, que no me hiciera ese ridículo pompón, no me lo ha llegado a hacer, pero me ha dejado casi sin pelo en mi rabito.

¡Nooooo! Cuando me he mirado en el espejo, no era yo. Estaba igual de ridícula que los demás cuando les cortan el pelo.

Estaba tan enfadada que cuando han venido a buscarme no les he hecho ni caso, decían que estaba muy guapa, pero no es verdad. Ya no parezco una nube blanca y esponjosa, ahora cuando corra no seré la bala blanca.

Estaba tan, pero que tan enfadada, que no he movido el rabito cuando las he visto, ni me he tirado encima de ellas, se han dado cuenta de mi enfado, porque cuando nos hemos ido al paseo les decían a todos que me dijeran que estaba muy guapa, y aunque la gente me lo decía yo seguía enfadada.

Solo se me ha pasado cuando he visto a mi novio Pity, porque me ha dicho que con pelo o sin pelo, sigo siendo yo. Además el pelo crece y dentro de poco tiempo volveré a ser Nube, la bala blanca, suave y esponjosa.

Nube Lengualarga

33. Chocolate malo

Un ruido, levanto la cabeza, ¡cómo pesa!, es mamá, me acaricia de nuevo y me da agua dulce, menos mal tenía sed. Voy a seguir durmiendo, Lu sigue a mi lado y también oigo los ronquidos deben ser de mamá, sí, estoy en casa o un lugar muy parecido al cielo. Mañana será otro día. Buenas noches.

Hace un rato que ellas se levantaron. Yo lo intenté, pero todavía me pesaba el cuerpo así que he dormido un ratito más. Me ha venido muy bien porque cuando me he despertado ya sentía que tenía de nuevo energía para levantarme y mis patas no flojeaban. Aunque me he despertado con mucha sed y hambre.

Me han dado los buenos días con un: ¿Qué tal Nube, ya te encuentras mejor?

Mamá ha dicho lo de siempre: ¡No gano contigo para disgustos!

No sé por qué lo dice, será por la tos de la perrera que me entró o por la vez que creía que me había comido los cristales de la bombilla cuando se rompió, o cuando me escondí detrás del sillón y tardaron mucho en encontrarme o aquella vez que me metí dentro de la lavadora o por las veces que me escondo en el paseo cuando ella se despista. ¡Qué risa! Ella se asusta pero yo me lo paso muy bien, solo son pequeñas travesuras.

Bueno esta vez parece que no están muy enfadadas conmigo. Ha debido de ser porque la culpa no ha sido mía sino de eso que me comí.

Les he oído comentar que era chocolate, pero debía estar malo, porque el que se le cae a Lu cuando come galletas no me sienta mal.

Pero esta vez he aprendido la lección: no comeré nada del parque y menos chocolate. No es bueno para los perros nos ponemos malitos, ni el del parque ni el de las galletas de Lu.

Nube Lengualarga

32. Noche de fiesta

Llega Lu, pero no tengo fuerzas para ir a saludarla, menearé el rabo. Viene a decirme algo, pero no la entiendo, creo que mamá ya le ha dicho que me he portado mal, pero no entiendo muy bien lo que dice, solo mi nombre: Nuuuuubeeeeee. Mi nombre suena largo, ahora mismo es como si estuviera flotando, como si en vez de una perrita fuera una nube en el cielo.

Se enciende la luz de la cocina, hora de preparar la cena, iría pero no tengo ganas, me quedo aquí flotando. La mesa para cenar está preparada, pero no puedo levantarme me pesa mucho el cuerpo, además no tengo hambre. Acaban de cenar, mamá cree que me estoy portando tan bien porque está enfadada conmigo, pero no es eso, es que no puedo mover ni el rabo, que me pesa también, voy a intentar, ¡qué va, no puedo! Es como si en vez de rabo, me hubieran puesto una piedra. Intento levantar la cabeza, pero no puedo, ¡socorro! Solo consigo sacar de mi cuerpo dos grandes lamentos, luego me rindo, ¿se ha ido la luz?

A no, ¿qué ha pasado? Estoy en brazos de Lu, algo ha pasado pues la cara de mamá es de preocupación, ¿está llorando? Y Lu también, me siento húmeda, creo que se me ha escapado el pipí, pero no pasa nada porque no me han reñido, ahora es mamá la que me coge, me pone en el sillón y me acaricia. Creo que he oído algo de Eduardo.

¡Eduardo! Sí, debo de estar malita.

Intento ponerme en pie, han dicho la palabra mágica: ¡Vamos!, pero no consigo dar más que unos pocos pasos. Mis patas tiemblan, y el pasillo se estrecha y se agranda, me vuelve a coger en brazos Lu, menos mal. Llegamos al ascensor, me deja en el suelo pero mi cuerpo no aguanta y me vuelvo a caer.

Nos vamos en coche, menos mal porque no creo que sea capaz de llegar a ninguna parte.

Ya hemos parado, los olores me son familiares, bajo del coche y sí, estamos donde Eduardo y Dani. Por favor, que me den algo y mis patas vuelvan a sujetarme, aunque esto es divertido, me llevan en brazos y veo lucecitas.

Estamos sentadas en un banco, se está fresquito pero es de noche, ¿vamos a pasear?

Creo que no, porque me cogen en brazos, la cabeza me pesa y todo parece dar vueltas ¡qué divertido! ¡Anda! Si es Eduardo, no, no quiero quedarme aquí, me voy, pero no puedo estas patitas que no me obedecen y pesan mucho. ¡Hola, Eduardo! Perdona, pero hoy solo te puedo saludar moviendo el rabo.

Dice que es buena señal que mueva el rabo, ¡mira, mira! Como lo muevo, estoy echada en la mesa, no puedo moverme, es como si me hubiera quedado pegada, lo único que puedo mover es el rabo, y lo muevo. ¡Que apague esa luz, por favor! ¿Por qué me mirará los ojos con esa linterna? No le basta la luz, cómo molesta. Menos mal que están Lu y mamá, que me acarician, ahora un pinchacito en mi pata, parecía un mosquito, pero no, no debe de ser porque noto algo raro.

Están hablando, se ríen, yo también lo haría pero me pesa más de lo normal la lengua, tengo sed. Por el tono de sus voces, creo que no estoy tan mal, quiero decirles que estoy bien, veo las cosas un poco raras, sus caras se alargan y solo les entiendo mi nombre: ¡Nuuuubeeee! ¡Aish! Vuelvo a suspirar. Me vuelven a poner de pie, pero no puedo, creo que mi cuerpo se ha transformado en un dóberman, pues las patas también las veo más largas, y mi cuerpo pesa mucho tanto, que no puedo sujetarme en pie. Volvemos al coche, debo de haberme portado bien, pues Eduardo me ha dado una chuche, ¡qué majo es!

Ahora, me encuentro un poquito mejor, con el agua dulce que me ha dado y la chuche, creo que podré llegar a casa. Ya estoy en el ascensor. Sí, dejadme que yo puedo sola, una, dos y tres, no puedo y acabo cayéndome al suelo, ¡qué divertido! Desde aquí las veo gigantes. ¿Han crecido ellas también?

¡Por fin, estamos de nuevo en casa! ¡Qué cansada estoy! Me voy a dormir un ratito. ¡Ey! ¿Qué pasa, no me dejáis en el sillón? Ah, pues no. ¡No me lo puedo creer! ¡Estoy en el cielo!

Blandito, huele bien, Lu está a mi lado, ¿se va a quedar a dormir conmigo? pero esta es la cama grande, la de mamá y ella me está dando mimos. Estoy soñando o estoy en el cielo. Las luces se han apagado, pero oigo a lo lejos los latidos de un corazón y huele a Lu, me está tocando la patita, voy a dormir.

Nube Lengualarga

31. Un paseo con sorpresa

Parecía un paseo más, lo mismo de siempre, del sofá, a desperezarme, beber un poco de agua y luego buscar a mamá en el estudio, allí está hasta que yo llego, tecleando en el ordenador. Me acerco a sus piernas, me acaricia la cabeza, me gusta, luego empiezo a mover el rabo cada vez más rápido mostrando mi impaciencia, me dice que me espere un ratito más, pero ya tengo ganas de ir a pasear, intento incordiarla, pero no funciona, no me hace caso y me invita a irme a mi sitio. En el estudio tengo mi alfombra, me gusta porque me estiro y es grande, además es un poco áspera y rasco mi lomo sobre ella. Como mi primera táctica no ha funcionado, utilizaré la segunda, ponerme en mi alfombra y posición de perrita lastimera, es decir, me tumbo y empiezo a suspirar, si no le conmueve mucho entonces empiezo a  lloriquear  y con eso es bastante, no se puede resistir, se levanta, se va a cambiar de ropa y listas, para dar ese paseo.

Como os he contado, todo parecía a que sería un paseo más, empezamos con el recorrido habitual, vimos a Kika con su pelota, intenté quitársela pero me gruñó, ¡hay que ver como se pone por una pelotita!, cada vez tiene más mal genio, no aguanta mis bromas, si solo se la quito para que corra tras mía, a mí me gustan más los palitos.

Luego el trío de bulldogs, pasan de largo, no importa el paseo no ha hecho más que empezar. Llegamos a la zona de los palitos, miro a mamá, pero está entretenida con la música de sus auriculares, no se le ve intención de lanzarme palitos, bueno los buscaré yo.

¡Anda, cuánta gente hay hoy! Se nota que es verano y hace calor, pues veo a muchos niños con sus bicicletas, patines y pelotas, ellos juegan con sus cosas y yo con las mías.

Llegamos a la fuente, espero a que den al botón y salga el agua. ¡Uy, qué fresquita!

Ahora, ¿por dónde seguimos?

Veo que me ata, así que continuaremos hacia el camino de los árboles, ¡qué bien!

Cruzamos la carretera y seguimos, me vuelve a soltar, me dirijo al merendero, a ver qué pillo hoy. Hay mucha gente, así que va a estar difícil la cosa. Me vuelve a atar, hay gente y hasta que no crucemos el parque no me soltará. Por fin, hemos cruzado el parque, ya soy libre otra vez. Por aquí hay gente, pero menos. Voy a ver entre los setos, sé que no le gusta que me meta por ahí, pero de vez en cuando me encuentro alguna sorpresa. Me dice que no, pero yo la miro y le digo: solo un poquito, y corro, olisqueo rápido, no hay nada. Cuando la e de mi nombre se alarga así: Nubeeeee, es señal de que el tiempo se ha acabado. Salgo de los setos ¡Ja!, me esperaba por un sitio y la he vuelto a sorprender, he salido por otro.

¡Uy!, si estamos frente los Seis árboles, a ella le gusta este sitio y a mí también, ¡vaya! el banco donde nos sentamos está ocupado por chavales, bueno, seguimos caminando hasta el final, no, no llegamos, volvemos a los Seis árboles, se sienta en otro banco, es mi hora de disfrutar, olisqueo por aquí y por allá, encuentro algo, voy a probarlo, un poco de hierba, ¡uy! Me voy a revolcar un poco. Creo que esto no le gusta, me está llamando enfadada. Si voy me va a reñir, creo que me he vuelto a ensuciar y eso significa que me pondrá debajo el grifo de la fuente otra vez, no me gusta, el agua está demasiado fría, me gusta para beber pero no para lavarme, a mí me gusta más templadita. ¡Uy!, viene hacia mí, creo que será mejor que agache las orejas y me acerque porque como me vaya corriendo, la bronca la tengo asegurada.

–Nube, mira cómo te has puesto…

Lo sabía, me ata de nuevo y a la fuente.

Me está lavando toda la cara, la verdad es que sí, estoy bastante sucia, pero es que estaba muy bueno eso que me he comido, aunque empieza a hacerme mal la tripita. ¿Qué está pasando? No noto tan fría el agua, será que hace calor. Me gusta que con su mano, me lave la cara, empiezo a ver un poco raro. Será mejor que agache las orejas y el rabo y nos vayamos a casa. Porque creo que empiezo a sentirme algo rara.

Está muy enfadada, no voy a poner resistencia, aunque noto que las piernas me empiezan a flojear, pero si me tumbo, como hago siempre, se va a enfadar aún más, yo estoy mojada pero ella también, casi más que yo.

Ya llegamos a casa, solo pienso en el sillón, me voy a tumbar, no quiero ni comer, tengo la tripita algo revuelta, o eso creo. Veo un poco raro y las patas me flojean. No sé si podré llegar.

Por fin, en casa, veo el sillón, ¡qué grande!, ¿no? Y qué alto, ¿ha crecido? No tengo fuerzas para subir hasta allí, me quedo en el suelo que está fresquito.

Nube Lengualarga

30. ¡PREMIO!

Me gustan los fines de semana, nos levantamos más tarde y ellas pasan más rato conmigo. Cuando llueve y hace frío, no salimos mucho, me dan un paseo rápido y volvemos a casa. Luego de comer nos tumbamos en el sillón y vemos una película, bueno, la ven ellas porque yo solo levanto la vista cuando oigo algún perro.

Cuando hace buen tiempo, solemos ir a lugares nuevos.

Hoy es domingo y nos vamos a un nuevo parque. Debe de ser un sitio importante, porque me han peinado y ayer me lavaron. Nos vamos con el coche, pero no está muy lejos así que llegamos pronto.

Huelo a muchos perros, ¡qué bien! Es un parque, pero en una esquina hay muchos, pero que muchos perros, algunos con sus amos, otros llevan una camiseta con un número esos son los que buscan amos.

Nos ponemos a ver a un perro que busca entre unas cajas grandes, un niño se ha escondido en ellas, ¡qué fácil! Eso también lo sé hacer yo, ¡vaya, y le dan un premio! Nos hemos ido a una mesa, donde una chica me ha apuntado, han preguntado qué categoría: de raza, normal, más mayor o discapacitado y creo que me han apuntado a esta última. Nos han dado un número que Lu se ha puesto en su chaqueta y a mí una chuche, ¡me gusta esto!

Luego nos hemos ido a dar una vuelta, yo me iba presentando a los perritos, pero eran tantos que al final me he cansado y simplemente dejaba que me olieran. Algunas personas preguntaban por mi lengua y uno incluso, me ha hecho muchas fotos.

Después se ha oído una voz muy fuerte, era un hombre llamando a los perros y a sus amos, nosotras nos hemos acercado donde estaba y allí, cuando han dicho otra vez la palabra discapacitado y han nombrado el número que llevaba Lu, hemos salido las dos a dar una vueltecita, todos me miraban, algunos se reían, pero todos, todos aplaudían. ¡Me estoy haciendo famosa!

Luego han llamado a más perros y han hecho lo mismo, una vueltecita con sus amos. Pero creo que no les aplaudían tanto como a mí.

El hombre que grita, ha dicho que iba a dar los premios, cuando ha nombrado mi categoría discapacitado, se han puesto nerviosas; han empezado por el tercero, pero no han dicho mi número, luego el segundo y tampoco éramos nosotras y cuando han dicho el primer premio, mamá y Lu se han puesto muy contentas. ¡Era el nuestro! He subido con Lu a una tarima y allí me han dado un gran paquete, me han hecho fotos y yo para agradecerlo he levantado las patitas delanteras y todos se han reído y aplaudido.

Soy oficialmente la ganadora de la categoría perritos discapacitados y me han dado una mantita, un juguete, un hueso y una taza, bueno esto último para Lu, algo le tenían que dar a ella, que también lo ha hecho muy bien.

Nube Lengualarga

29. Un lugar llamado playa

Por fin, ya me quitaron esa cosa amarilla, de plástico duro, que ellas llamaban pamela.

Hace un sol reluciente y empieza a hacer calorcito.

En el desayuno las he oído decir que me van a llevar a un lugar llamado playa.

Estoy impaciente por llegar allí.

Pero hay algo que no tenía previsto, nos vamos en el coche. Y no me gusta el coche, me mareo, me pone nerviosa y aunque Lu se sienta conmigo, no me gusta. Y así se lo hago saber y me paso el viaje llorando.

Al final, ha parado el coche, olía a sal, alegría y libertad. Creo que este sitio me va a gustar.

Al bajar del coche, había una tierra finísima que ellas han llamado arena. Al intentar olerla, se me ha pegado en la lengua, así que llevo toda la lengua llena de arena, la he probado, pero no me gusta. Me mojan con agua, pero no se va fácilmente, además he dejado todo el recipiente del agua lleno de arena, y ahora parece más bien arena con agua.

Pero bueno, conforme se vaya secando se irá, pero claro está en la lengua y va a ser complicado que se seque del todo.

¡Hala! Eso tan grande, azul y se mueve, ¿qué es? Voy corriendo a ver si lo pillo. ¡Es agua con espuma! ¡Está salada! Y me quiere atrapar, pero yo corro mucho y no puede. Está muy fría, si estuviese calentita me metería, pero tan fría ni lo intento que luego empiezo a temblar.

¡Hala! Pasa un perro por delante de mí, nadando, intenta coger una pelotita, pero el agua la va alejando cada vez más. Yo no sé nadar, bueno no le sé, porque nunca lo he intentado, si no estuviera el agua tan fría lo intentaría. Señor Sol, ¿podría calentarla un poquito? Aunque hay mucha que calentar y creo que le va a llevar un ratito. Me voy a jugar. Me gusta revolcarme en la arena, dicen que hago la croqueta, me estoy rebozando, ellas sabrán qué es eso. Pero están felices, casi tanto como yo. Me gusta correr por la arena, está blandita. Voy a intentar morder alguna ola, pero no puedo, no se deja. Una de ellas me ha cogido desprevenida y me he mojado, tengo que deciros que el agua está salada, no es como la de beber porque es ¡el mar!

Hemos paseado un buen rato por la orilla del mar, luego se han sentado en la arena mientras yo corría y jugaba con otra perrita, cuando me he cansado me he ido a sacudirme la arena, pero estaba demasiado cerca de ellas y las he llenado de arena, han gritado mucho, pero yo me he reído mucho también ¡Qué divertido es esto de la playa!

Tengo que confesaros que me gusta mucho este lugar llamado playa.

Nube Lengualarga

28. ¿Disfrazada?¡¡Disfrazada!!

Necesito salir a pasear, pero todavía me encuentro algo floja. Además llevo esta cosa amarilla alrededor del cuello, que me molesta.

Mamá me llama desde la entrada, ha cogido el collar y la correa, me lo pienso. Bueno, vale, voy.

¿No me piensa quitar esto amarillo? Pues parece que no. Me voy con esto puesto alrededor del cuello, espero que no me vea Pity.

No me aclaro para caminar, pero lo peor no es eso, lo peor es que no me deja oler, no puedo oler quién ha pasado ya. Encima los pocos que me he encontrado, todos venían a oler este plástico, algunos intentaban morderlo para quitármelo, pero lo tengo muy bien cogido y no pueden. Otros me ladran, todos me preguntan lo mismo, ¿qué llevo puesto?

Cuando íbamos por mitad camino, una niña le ha preguntado a su abuela de qué iba disfrazada. Ellas me dicen que estoy muy bonita con esta especie de pamela al revés, pero a mí no me gusta nada y para colmo no me deja rascarme a gusto en la tripita que me pica y me estira.

Espero no tener que llevar mucho tiempo esto, porque esta pamela es muy, pero que muy molesta.

Nube Lengualarga

27. Los molestos paseos

Lu se va al instituto, pero no puedo moverme, me duele algo que me han puesto en la barriguita, no puedo verlo, porque esto grande y pesado que rodea mi cuello me impide verlo.

Lu me acaricia, yo solo puedo responderle moviendo mi rabo. Hoy no voy a poder ir a decirle adiós. Ya no tengo frío, pero tengo mucho sueño. Una última caricia y oigo la puerta.

Mamá viene a verme, me acaricia y se sienta a mi lado, me da calorcito, siento su preocupación, pero ahora solo quiero dormir.

Ha pasado la mañana y no me he enterado, tenía mucho sueño, oigo la puerta de nuevo, es Lu que regresa del instituto. Hoy no tengo muchas ganas de jugar, así que intento levantarme para beber agua y comer un poco pero voy chocando con las paredes, esto que me han puesto en el cuello no me gusta, no veo bien y encima tengo que alargar la lengua para comer, menos mal que la tengo larga.

Quieren sacarme a pasear, pero yo solo quiero volver al sillón, me duele la barriga, aunque no es la barriga, ya que como y no me duele, está un poco más abajo, pero no lo puedo ver, porque tengo este plástico amarillo que me rodea el cuello y no me deja casi mover mi cabeza.

Menos mal que el paseo ha sido corto, lo suficiente para hacer mis necesidades. De vuelta al sillón. Ellas se marchan sin mí, pero no me importa solo quiero dormir, quizás cuando despierte ya no me duela.

Tengo pesadillas, estoy sola en una sala, tumbada en una mesa muy alta y fría, lloro pero nadie me oye, quiero que vengan mamá y Lu pero ellas no están. Oigo la puerta, menos mal, era solo una pesadilla. Ya están de vuelta. Me vuelven a acariciar, me dicen cosas bonitas para animarme, pero yo solo puedo suspirar y dormir.

Estoy calentita en el sillón y ellas están cerca, las pesadillas no volverán a aparecer.

Nube Lengualarga

26. La flojera

Pensaba que íbamos de paseo, aunque era extraño, no era el recorrido que hacíamos habitualmente. Este camino solo nos puede llevar a dos sitios, uno a dar un nuevo paseo, el otro para ir a ver a Eduardo, me temo que sea lo segundo. Yo sigo recto, para ver si cuela, por favor, por favor que sea el paseo.

¡Uy! Tirón en el cuello, quieren que gire. Me lo temía, vamos a ver a Eduardo. Bueno no me cae mal del todo, la verdad es que me acaricia y me trata con delicadeza, pero luego me pincha o me pone el molesto termómetro, aunque después me dan mimitos extras y alguna chuche cae de regalo. Hace tiempo que no he ido a verlo, bueno vale… no me importa, a ver qué pasa hoy.

–¡Hola Eduardo!, –muevo el rabo con alegría, primera caricia, no aguanto te dejo el regalito, es que tus caricias me dan tanto gustito que me meo encima, lo siento no puedo evitarlo.

Vaya no vamos a la sala de siempre, donde está la mesa alta a la que, por mucho que lo intento, no consigo subir yo sola. Hoy me lleva a otra, pero espera, ellas no vienen. ¡Uy! Algo pasa… huelo la tristeza, me dicen hasta luego. ¿Me voy a quedar aquí?, bueno no debe de ser tan malo, ¡anda si hay otros amigos!

–Hola, soy Nube, tenéis ganas de jugar –algo les pasa están bastante tranquilos y ni se inmutan por mi olor.

¡Uy! Ahí viene Eduardo con Dani, el otro veterinario, me cogen en brazos me suben a la mesa alta, me ponen algo, bueno no tiene que pasar nada, están los dos conmigo. Me empiezan a pesar los ojos, la patas flojean, creo que voy a dormir un ratito… Hasta luego.

Dani me llama, pero no puedo abrir los ojos, huelo a mis amas, están aquí creo que me tengo que marchar, pero a penas mis piernas tienen fuerza, venga voy a intentarlo. ¡Uy!, ¿qué es esto que tengo rodeando mi cuello?, ¡cómo pesa!, pero bueno, no puedo desconcentrarme, ellas me están esperando y quiero marcharme a casa.

–Nube, ¡ay, mi niña!, ¡pero qué bonita eres!

Cómo me cuesta llegar y encima esto que llevo en el cuello que pesa lo suyo, además no puedo ver bien, me pego con las cosas, ¡qué molesto! Cuando tenga fuerzas me lo quito.

Dani me dice adiós, pero no puedo ni menear el rabo para despedirme, nos vamos a casa, pero no tengo fuerzas para caminar. Por favor, cogedme que no puedo. Parece que me han entendido, pues, primero una y luego la otra, me llevan en sus brazos.

Por fin llegamos a casa, tengo mucho frío. Ellas lo notan y me ponen en el sillón, con una mantita, pero sigo temblando. Mamá me coge en brazos y me da calor. Lu me acaricia. ¡Ay! ¡Qué a gusto se está en casa! Voy a dormir otro ratito, a ver si se me pasa el frío y la flojera.

Nube Lengualarga